Memoria y valor simbólico cultural

Por: Marcela Hernández Izquierdo

septiembre 25, 2023

“La danza del BOTUTO originaria de los indígenas Sáliba se realiza en pareja desplazándose al ritmo de dos tambores y tres botutos (guaduas que por dentro llevan un carrizo). Inicialmente se danzaba como agradecimiento a sus dioses por lo que producía la tierra. En 1850 por influencia religiosa se cambia la intención de la danza haciéndola ahora en honor a la virgen de la Candelaria” (Carmen Julia Mejía A.).

Orocué “Cuna de La vorágine”, fracción pequeña de nuestro país llena de expresiones artísticas y folclóricas que me ha permitido conocer, apreciar y reflexionar sobre lo que fuimos, somos y seremos como pueblo.

El 2 de febrero del año 2016 paseaba por la orilla izquierda del imponente río Meta y bajo un sol radiante me llamó la atención ver la procesión de la santa patrona Virgen de la Candelaria que pasaba por la alcaldía. Atrás avanzaba un grupo al cual por su estampa evidencié que pertenecían a una etnia indígena. Sus integrantes iban en pareja, los hombres con grandes y pesadas hojas de palma que descansaban sobre sus espaldas.

Se podía observar en ellos lo común de su vestimenta, pues llevaban puesto jeans, tenis, gorras y gafas oscuras, que contrastaban con el sonido emanado por las flautas hechas en guadua y la música vallenata que salía de las cantinas de la cuadra por donde esta pasaba.

Llegó el año 2017 y con él empecé un arduo trabajo de retos como fue el fortalecimiento en la identidad cultural. Por medio de la creación de danzas tradicionales y trabajo de investigación sobre la originaria danza del Botuto, asesorándome de diferentes sabedores de los resguardos indígenas en el municipio decidí empoderar a los jóvenes que un día sintieron vergüenza de sus ancestros y así mismo dejar un legado en la comunidad galanista, es decir del Colegio Luis Carlos Galán Sarmiento.

En el año 2021 cursé el diplomado “Danza Viva” del Ministerio de Cultura y presenté, por primera vez, parte de mi trabajo de investigación. Allí me alientan a continuar con este como principio de una hibridación.

El año 2022 fue un año de contrastes. Empezó la puesta en marcha del baile “la danza del BOTUTO” con niños de grado tercero de primaria y vestuario elaborado con palma de moriche bajo la dirección de Carlos Ponare, instructor de Danza Indígena.

Sin embargo, la ilusión fue opacada al recibir el rechazo de dos comunidades indígenas porque argumentaron que debían usar ropa occidental pues era requisito de los sacerdotes agustinos y de no ser así no podían ingresar a la iglesia, apartando de esta forma la vestimenta propuesta que se asemejaba a las usadas en las danzas del Vichada.

A pesar de ese rechazo se nos presenta una segunda oportunidad. La Institución Educativa Luis Carlos Galán recibe la invitación para participar en el Festival Estudiantil “La Gaviota Dorada” 2023 organizado por la Institución Educativa Indígena IEA PUDI en Piñalito. Una de las condiciones para participar es presentar la danza del BOTUTO.

Con el fin de realizar una adecuada presentación del Colegio Galán Sarmiento pido a su director César Llanos mí participación en el montaje y preparación de los bailes llaneros. Así mismo acudo nuevamente a Carlos Ponare para solicitar su muy apreciada intervención en el montaje escénico.

Teniendo en cuenta las anotaciones en el montaje anterior se efectúan varios cambios con el fin de mejorar la participación de los bailarines e involucrar a los padres de familia. Para ello busco vestuario de joropo tradicional procurando en lo posible la uniformidad, pulcritud y respeto hacia la danza.

El señor Carlos Ponare nos facilita en su ancestral lengua Sáliba los saludos y los cantos que luego los compartimos a todos los participantes.

El grupo infantil juvenil de baile estaba conformado por 28 participantes, veinticuatro de ellos “blancos” y los otros cuatro indígenas, sus edades entre 4 y 19 años.

Iniciando el segundo ensayo observé cierta timidez en sus voces y postura corporal por lo que vi la necesidad de parar y hacer una reflexión sobre la importancia de nuestras danzas indígenas, pues es a través de ellas que se transmite su cosmovisión y las tradiciones que nos dan a conocer como pueblo colombiano.

Durante una semana repasamos el paso básico para que se llevara la métrica indicada por el tambor. Se crearon las figuras: la línea, el cuadrado, el círculo y la culebra. Se evidenciaba en los niños energía al saludar y al hablar a excepción de una joven indígena que no se animaba a cantar.

A dos días de la presentación en el Festival aún nos faltaba conseguir la tinaja para repartir el guarapo, también cortar las hojas de palmas las cuales solo las tuvimos pocas horas antes del concurso en Piñalito, dotación que fue posible gracias al aporte que nos hizo Eugenio Arciniegas coordinador de la institución.

Llegó el día de realizar la muestra que se inició con el desfile de los grupos participantes en representación de diferentes sedes y resguardos de educación primaria. Seguidamente anunciaron al grupo de danza del local resguardo de Piñalito que por razones desconocidas no se presentó.

A continuación, anunciaron al grupo del colegio Luis Carlos Galán Sarmiento cuyos integrantes esperaban con ansias su turno. Ingresaron al escenario muy organizados. Los hombres con las hojas de palmas puestas y tocando tres BOTUTOS. No común en la tradición del pueblo Sáliba es que las mujeres sean ejecutantes de sus instrumentos, tradición que en el certamen de Piñalito no se dio porque una estudiante tocó el tambor.

La sorpresa se hizo mayor al ver la apropiación de aquella joven de quien antes dije que era tímida en los ensayos, porque en esos momentos se apropió del micrófono y cantó de manera melódica en lengua Sáliba, destacándose por la hermosura de su voz, ella pertenece al resguardo San Juanito.

Terminada la danza la agrupación estudiantil fue aplaudida por el público y recibió varias expresiones de felicitación, además le otorgaron el premio como la mejor danza del Botuto.

Cabe resaltar que el jurado tuvo en cuenta el paso, la coreografía, la limpieza escénica y la energía al realizar la danza.

Resalto la iniciativa del festival “La Gaviota Dorada” para valorar y fortalecer las expresiones culturales autóctonas del municipio de Orocué como son la lengua Sáliba y la danza del Botuto.

Nos queda el arduo trabajo de incentivar a niños y jóvenes a apropiarse de su cultura, rescatando los valores mediante las prácticas culturales en los procesos formativos de las escuelas y casas de la cultura. Finalmente, se hace necesario propiciar diferentes espacios donde se visibilicen las prácticas propias del territorio orocueseño.

Fuentes:

Samuel Joropa (instructor de danza y sabedor indígena Sáliba)

Carlos Ponare (instructor de danza y sabedor indígena Sáliba)

Fundación Isana, (Casa Museo La Vorágine)

Jairo Ruíz Churión (historiador)

Nota: La autora de esta narración, Marcela Hernández Izquierdo es villavicense. Enseña danzas en la alcaldía de Orocué y cursa la Licenciatura en Artes Escénicas en la Universidad Antonio Nariño.

Tomado de https://www.oscarpabon.com/

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